October 19 – Twenty-Ninth Sunday of Ordinary Time
All In
Moses stood on the hill with the staff of God in his hand, and as long as his hands were raised, Israel had the victory (Exodus 17:8–13). When his hands grew tired, Aaron and Hur held them steady. The battle was won not from a partial effort, but because they went all in.
Generosity works the same way. At St. Ann, we see thousands engaging—at Mass, in Children’s Ministry, through ministry events. Many give their time and attention freely. But when it comes to financial giving, we often hold back.
Jesus calls for wholeheartedness. Giving is more than convenience or obligation; it’s a response to His call. When we go all in—with time, talent, and treasure—we join in His mission. We see the impact: marriages healed, children nurtured in faith, communities transformed.
Going all in is a statement. It’s saying, with our hearts and our resources, that God’s kingdom matters more than comfort, more than ease. It’s trusting Him to multiply our faithfulness and use it to do immeasurably more than we can imagine.
This week, reflect: how can you go all in? Consider your time, your service, your giving. Take a step. Start where you are. And trust God to do the rest.
Español
Darlo Todo
Moisés se paró en la colina con el bastón de Dios en la mano, y mientras mantuvo las manos levantadas, Israel obtuvo la victoria (Éxodo 17:8-13). Cuando sus manos se cansaron, Aarón y Hur las sostuvieron para que permanecieran firmes. La batalla no se ganó con un esfuerzo parcial, sino porque lo dieron todo.
La generosidad funciona de la misma manera. En Santa Ana, vemos a miles de personas participando: en la misa, en el ministerio infantil, en eventos de la parroquia. Muchos dedican su tiempo y atención de forma desinteresada. Pero cuando se trata de donaciones económicas, a menudo nos echamos atrás.
Jesús nos pide que lo demos todo. Dar es más que una conveniencia o una obligación; es una respuesta a su llamada. Cuando lo damos todo —con nuestro tiempo, nuestro talento y nuestros tesoros— nos unimos a su misión. Vemos el impacto: matrimonios sanados, niños educados en la fe, comunidades transformadas.
Darlo todo es una declaración. Es decir, con nuestro corazón y nuestros recursos, que el reino de Dios es más importante que la comodidad, más que la tranquilidad. Es confiar en Él para que multiplique nuestra fidelidad y la utilice para hacer mucho más de lo que podemos imaginar.
Esta semana, reflexiona: ¿Cómo puedes entregarte por completo? Considera tu tiempo, tu servicio, tus ofrendas. Da un paso. Empieza donde estás. Y confía en que Dios hará el resto.