September 28 – Twenty-Six Sunday in Ordinary Time

St. Teresa of Calcutta once said: "Being unwanted, unloved, uncared for, forgotten by everybody, I think that is a much greater hunger, a much greater poverty than the person who has nothing to eat."

Her words remind us that poverty is not only material—it is relational and spiritual. To follow Christ is to notice the needs of those around us, to enter into their lives, and to act with love and compassion.

Caring for the poor begins close to home. Our families, neighbors, and local community are often the first places God calls us to see and serve. To care is to truly know another person—to see them, speak with them, and accompany them.

At St. Ann, we live this out in tangible ways: through our food drives, outreach programs, and pastoral care. But ministry to the poor is not just a task—it is a formation of our hearts. If we fail to notice someone’s need, we cannot respond with true charity, whether physically or spiritually.

This week, reflect on the poverty that goes unseen. Who in your life is hungry for love, care, and attention? What small step can you take to meet them in their need?

Christ calls us to go beyond mere awareness. True discipleship is active love—seeing, noticing, and responding to the poor in body, heart, and soul.

Español

Santa Teresa de Calcuta dijo una vez: “Ser no deseado, no amado, no cuidado, olvidado por todos, creo que es un hambre mucho más grande, una pobreza mucho más profunda que la de una persona que no tiene qué comer.”

Sus palabras nos recuerdan que la pobreza no es solo material, sino también relacional y espiritual. Seguir a Cristo es darnos cuenta de las necesidades de quienes nos rodean, entrar en sus vidas y actuar con amor y compasión.

El cuidado de los pobres comienza cerca de casa. Nuestras familias, vecinos y comunidad local suelen ser los primeros lugares donde Dios nos llama a ver y servir. Cuidar es realmente conocer a otra persona: verla, hablar con ella y acompañarla.

En Santa Ana, vivimos esto de maneras concretas: a través de colectas de alimentos, programas de alcance y cuidado pastoral. Pero el ministerio hacia los pobres no es solo una tarea: es una formación del corazón. Si no notamos la necesidad de alguien, no podemos responder con verdadera caridad, ya sea física o espiritual.

Esta semana, reflexiona sobre la pobreza que no se ve. ¿Quién en tu vida tiene hambre de amor, cuidado y atención? ¿Qué pequeño paso puedes dar para encontrarte con esa persona en su necesidad?

Cristo nos llama a ir más allá de la simple conciencia. El verdadero discipulado es amor activo: ver, reconocer y responder al pobre en cuerpo, corazón y alma.

Next
Next

September 21 – Twenty-fifth Sunday in Ordinary Time